Thursday, April 10, 2008

MONTRÉAL 2007


El aire húmedo y frío, un país extranjero, la expresión contenta a veces, otras cansada, otras más despreocupada, el aire inmóvil de muchos ojos, caras y cuerpos que se mueven y no a la vez. El metro. Un montón de canciones que traen a la memoria recuerdos que no tienen todavía un fin claro. La necesidad de sonreír y todas las ganas de llorar y de gritar, de platicarte. Cien explicaciones diferentes de lo que se siente, de lo que se piensa, de lo que se sentirá y se pensará mañana y el año que viene y en 15 años. Los olores condimentados de la comida árabe, de un pastel recién horneado, del café de todas las mañanas. El periódico de todos los días, los horóscopos, the soothing sudoku. La sensación y el sabor de un cigarro caro y muy malo. Las ardillas riéndose, cruzando la calle. La inevitable sensación del error. La reconceptualización de la amistad, de la mentira, del amor, de los propios límites. Los análisis políticos superficiales y no tanto. Los sueños más extraños que se puedan tener en una noche. La dieta de Shish Taouk, Falafel y Shawarma. La incertidumbre de no entenderse a uno mismo. Las hojas verdes, amarillas, anaranjadas, rojas. Las miradas tímidas, los termómetros en la calle. Los viernes de consumismo. Los poemas, los crucigramas. La familiaridad ilusoria de las calles. Los amigos, sus postres, sus sillones, sus carcajadas, sus ideas y la tranquilidad que trae pasar tiempo con ellos. La intermitente inquietud por encontrar una creencia religiosa o espiritual. El cabello deshecho a causa del aire y de los desvelos. Las infinitas escaleras de todos los días en todos los lugares. Las preguntas inútiles. La poca paciencia. Los días de otoño en espera del inevitable invierno. Nuevas definiciones para cosas que uno pensaba tenía perfectamente claras y que aparentemente no se han entendido nunca. Los ojos cansados. Los pies adormecidos. Las caricias. La afición por el canal del clima. Los gatos que ronronean en las mañanas. La vista calmante de un río sin mucho caudal. El jazz, la cerveza. Las tormentas de nieve. Las esperas.La cafetería universitaria ultraconvencional. Las 1001 recomendaciones de libros a leer. La mezcla genial y nunca aburrida de 3 y 4 lenguas distintas. Los adornos de Navidad en octubre. Los dátiles rellenos de dulce de almendra por las mañanas. Los amores profundos. El efecto adormecedor que traen las librerías a muchos.Las banquetas del Couche Tard. Tardes completas de cabeza en la banca de un parque viendo patos en un lago. Los besos importantes y sencillos. Las coreografías que matan de risa. El mix de 2 de la mañana. Las tareas en blanco y negro. Sentarnos y compartir un poquito de tu té turco. La poca universalidad de la numeración romana. Los secretos compartidos. Los felices estados alterados de conciencia. El cielo gris. La lluvia que se volvió nieve. 4 tipos de nieve. La nostalgia desastrosa. Las comidas mexico-rumanas siempre cálidas, sabrosas, de esas de hogar. Sentarse en la cocina y ver la brillantina de la nieve en la rama de ese árbol, justo de ese árbol. Manifiestos feministas bobos y no tanto en todas las locaciones de “Les trois brasseurs”. Los chistes de piratas a -20º . Los “etcéteras” con cacahuates. La riquísima soledad. La deliciosa compañía. Los poemas a medias. La evaluación de la incredulidad de uno. La música, la música, la música.The comforting smell of scarves. Lo esencial del vino tinto. Las tonadas del indie en las tardes de expressos. Las risas tan ligeras. Las tortugas, los bisontes y los gatos. La imposibilidad de rectificar las equivocaciones sentimentales. Tus remedios de chocolate. Los bailes de Gitana. Compartir palabras, páginas y pasiones. Las pláticas tontas en terrazas de madera. El microsegundo que te toma regresar a mi mente. Las películas exóticas en la madrugada. Being with the band for once. Trayectos mudos, invisibles, helados. Llamadas de larga distancia. El mejor sushi sous-sol. Korean porn stories. Las historias de la historia y de los historiadores. Todos los eufemismos necesarios. Las dietas ideológicas y religiosas = ensalada de lechuga (orgánica). Cigarette-break new friends in  snowstorms. Bibliotecas inútiles. Las siestas compartidas. El mercadito de fruta 24/7. Tus mapas mentales confusos. El activismo superficial y ridículo. Matching nails. Días sin sol, ni nubes, ni luna, ni estrellas. Beethoven y un cuarteto de cuerdas confundiendo audiencias en un bar de mala muerte. La rue Fullum. Clases de geopolítica de un niño de 8 años. Cada ventana. Los elevadores de película de terror. El insomnio ocasional. Elegant potlocks...
En fin, un montón de sentimientos e historias para el anecdotario.  
           

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3 Comments:

Blogger Ana Escalante said...

Monique!!
Me gusto mucho esta entrada, de verdad que esa varicela a fin de cuentas trajo cosas provechosas :) y aprendi tanto palabras como una nueva forma de definirte en mi cabeza. Aunque creo que lo que hacen tus letras es querer salir contigo a tomar un cafecito y que platiques a detalle estas anecdotas....bueno, a mi me paso eso. Besos

April 13, 2008 at 8:53 PM  
Blogger Admirabilísima said...

Siempre he pensado que no es necesario ir tan lejos para aprender la vida, basta ver, solo ver... pero los viajes fuera de lo cotidiano te dan una dimensión diferente: Un Extrangero mirando por la ventana una lluvia que le parece más densa (o menos densa), Y sin embargo siempre es la misma.

pd. ¿clases de geopolítica de un niño de 8 años?
eso suena a primer mundo!.
Dicen que ahi llueve coca-cola.
Pd2. Extraño nuestros cafetazos nena!!! :D

April 13, 2008 at 8:57 PM  
Anonymous Anonymous said...

pokeMon

Me agrado tu recuento de todas las cosas (o muchas de las cosas) que hiciste y viviste en Montreal.

Me gusta como escribes, deberías de hacerlo más seguido.

Me quedo con una frase:

"La incertidumbre de no entenderse a uno mismo"

-D

April 15, 2008 at 9:39 PM  

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